‘Orden de venta. Figura 9’
‘Una autobiografía sin hechos’
Jaime Serra
1999

‘Yo peinaré tus flechas’
‘Una autobiografía sin hechos’
Jaime Serra
2002

‘Papá, el lobo. Figura 10’
‘Una autobiografía sin hechos’
Jaime Serra
2001

‘Dulces sueños. Figura 11’
‘Una autobiografía sin hechos’
Jaime Serra
2002


Estación La Cala. Entrevista a Jaime Serra

Comunicar es un acto de fe

“En esta autobiografía sin hechos Serra discurre por temas propios de la condición humana: (amor, familia, arte, sexo…). Sobre los temas, o debajo, o entre, o hacia los temas (nunca contra los temas) Serra dice en alta voz baja lo que piensa, sabe, siente y, como en todo ejercicio de memoria, es posible que también diga lo que pensó, supo, sintió en algún momento de su vida y ya no. O todavía no, y aproveche esta entrevista para decir lo que le gustaría pensar, saber, sentir. Le escuchamos.”

Jaime Serra y el escritor Grassa Toro durante la entrevista. Febrero del 2024

PARTE 1

PARTE 2


Todos los textos de Jaime Serra, salvo los especificados

La banalidad
del recuerdo

Texto incluido en Focus. Pre/ocupaciones
2018

En los albores del S.XXI los datos empezaron a ser recolectados, procesados y visualizados “con independencia del propio modo de pensar o de sentir”*. La práctica totalidad del que hacer humano fue datificado. Política, economía, salud, educación, relaciones sociales, relaciones íntimas, distancia: tendencia de voto, evolución de indicadores bursátiles, indicadores analíticos, nota de corte, ‘likes’, ‘matchs’. Cantidades ingentes de datos sobre todos nosotros pero sin nosotros: directos de nuestras terminales a los data center. Si los datos masivos son todas las personas, no son ninguna. Ciertamente, muchas de las unidades de medida no eran nuevas, pero antes, durante el siglo pasado, su recolección, especialmente, permanecía sometida a la tendenciosa intermediación humana.

Fueron años donde se construyó la existencia de una nueva entidad: ‘La Gente’. Entidad cierta hecha de datos. Intangible que, por tanto, podía ser depositaria de fe. Las verdades singulares perdieron todo valor, dejando paso a ‘La Verdad’, casi un sinónimo de ‘La Gente’. ‘La Verdad’ de ‘La Gente’ tomó el poder.

Es el tiempo el tema esencial. Todos los demás habitan en él, importantes o insignificantes. El único capital del que disponemos son sus tres representaciones básicas ahora: pasado, presente y futuro.

Toda cartografía es datos: latitud, altitud, kilómetros, humedad, densidad, ansiedad, soledad, placer, desdén, desplazamiento, vínculos. El tiempo es el territorio sobre el que cartografiamos nuestras vidas.

Recordar es banal: ¡ya no tiene ninguna función! ¿Para qué recordar? No hay nada que revisar: todo está contabilizado. La existencia de un hoy, particular o colectivo, solo puede nacer de un ayer permeable, moldeable, revisable. Ahora, el hoy, es tal cual lo construimos ayer. Ahora, el futuro, lo construimos hoy: en cada ‘click’, en cada ‘GPS’, en cada ‘like’. Por tanto, en un tiempo extremadamente breve podremos conocer el futuro en el presente. Y el presente será ayer. Un ayer concreto, preciso, incuestionable, incorregible que no se dejarán acomodar para la construcción de un hoy.

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Poder y contrapoder luchan, constantemente, por construir una verdad en el espacio subjetivo: el verdadero espacio de poder

Serra no sabe nada, y expone, e infiere, sobre lo que no sabe

Jorge Aulicino
Poeta y periodista

Texto incluido en el libro-objeto ‘Una paradoja dominical’

Si usted no puede imaginar una columna escrita por un personaje que fuese un émulo de Jarry, pero más serio y espartano, cuyo ánimo fluctuase entre la resignación y la constatación fría, o fresca, la mordacidad y la crítica, pero que además insistiese en relacionar palabras con imágenes, o bien dejar que las imágenes fluyan por su lado y las palabras las acompañen (o a la inversa), a ver cómo se relacionan, bueno, usted no ha visto-leído las columnas de Jaime Serra en el diario La Vanguardia, publicadas desde hace poco menos de dos años. Aunque Jaime me ha rogado que no mire esto desde el punto de vista de los fenómenos o innovaciones periodísticos, no puedo dejar de anotar que tales columnas son una innovación en ese oficio o profesión en el que se mueven artistas, escritores, algunos líricos y personas con afán de narrar, para quienes el periodismo debería ser considerado, en su totalidad, como una de las bellas artes: el arte de armar una representación del día pasado (al menos, en el periodismo sobre papel: en el digital, podría decirse que la intención sería armar la totalidad del minuto). Serra ha tenido el privilegio de cultivar un espacio a su antojo, y quienes se lo han dado partieron tal vez de la premisa de que los columnistas pueden hacer de sus columnas lo que les venga en gana, en tanto sea lícito y legal. Y a veces, si ni siquiera lo parece. Así, Serra ha narrado a su modo, ha desarrollado teorías, ha constatado la existencia de la no existencia, ha hecho gráficos de ideas e ideas de gráficos, ha convertido un poema célebre en un concierto de colores: ha, digo, en cierto modo y hasta cierto punto, parodiado sin ánimo de ofensa la moderna profesión de los infógrafos y los estadísticos, el antiguo arte de la didáctica, que representa gráficamente las ideas en pizarras y manuales, para mejor asimilación de aquellas por parte de los educandos. El periodismo todo ha tenido y tiene un orgulloso tic didáctico. No hay nada que complazca más a un periodista que enseñar, desarrollar, exponer, limando los sobrentendidos, todo aquello que sabe. Una sola crónica podría convertirse en un tratado de ciencias varias si el periodista tuviese un espacio ilimitado para expandir su background. Ahora bien: las columnas de Serra son lo opuesto a esto. O son la realización de esto. Serra no sabe nada, y expone, e infiere, sobre lo que no sabe.

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Alfred Jarry. Dramaturgo, novelista y poeta; creador de la Patafísica, al que se refiere Aulicino en el texto.

Besos y puñetazos

Soliloquio dictado en Fabrica de Gomas (Pamplona), con motivo de la presentación de ‘Relación de asombrosos —dizque— hallazgos acerca de la comunicación humana y su evolución’.
Diciembre del 2021

-Ѯ-

“La palabra puede ser un interesante ejercicio, pero nada puede sustituir el poder comunicativo de los besos y los puñetazos”

-Ѯ-

La principal dificultad para determinar en que momento empieza el lenguaje estriba en que sería necesario definir que entendemos por tal cosa. Al respecto hay enormes diferencias de opinión; pues, aunque se suele convenir en que el lenguaje aparece hace 50.000 años, entre los especialistas existe un debate abierto que amplía la cifra hasta el medio millón.

Desde un punto de vista antropocéntrico, el lenguaje es exclusivo del Homo sapiens y, por tanto, su nacimiento y desarrollo.
Tracemos mentalmente un conjunto de círculos concéntricos. En el centro se encontraría el sur del río Zambeze, en el actual Mozambique, cuna del Homo sapiens según el ADN mitocondrial. En los siguientes círculos se encontrarían los territorios a los que se fueron expandiendo nuestros antepasados: Asia, Australasia, el continente europeo y América; por este orden. En el círculo de mayor radio, muy cerca de la actualidad, encontramos Hawái, uno de los últimos lugares que conquista el Homo sapiens.

Veamos, ahora, que sucede con el lenguaje. Mientras los idiomas que se hablan en el centro de nuestros círculos modulan las cuerdas vocales hasta alcanzar una sutileza de sonidos que alcanza los 100 fonemas, en el último de los círculos, en Hawái, esta capacidad apenas alcanza los 13 fonemas. ¿Quiere esto decir que los humanos que conquistaron las islas del Pacífico no desarrollaron por el camino el lenguaje del mismo modo que los que quedaron en África, y que podemos ver en Hawái el pasado, como quien ve la luz de la estrella que ya se extinguió? O, por el contrario, algo mucho más simple: con el tiempo estamos perdiendo capacidades lingüísticas.

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La gran infografía

Un estudio infográfico de ‘La mariée mise a nu par ses célibataires, même’, de Marcel Duchamp.


“El vidrio no esta hecho para que lo miren con ojos estéticos; tenía que ir acompañado de un texto ‘literario’ lo más amorfo posible, que jamás cobró forma; y ambos elementos, vidrio para la vista y texto para el oído y el entendimiento, estaban para complementarse y, sobre todo, para impedirse mutuamente la posibilidad de cobrar una forma estético-plástica o literaria.”

Marcel Duchamp, acerca de ‘Le Grand Verre’


El año 1923 Marcel Duchamp dejó ‘definitivamente inacabada’ la obra en la que llevaba trabajando desde 1915: ‘La mariée mise a un par ses célibataires, même’. Probablemente, a causa de la longitud del título en francés, la obra es a menudo conocida como ‘The big glass’, ‘The large glass’ o ‘Le grand verre’, traducido como ‘El gran cristal’; prosaicos apodos adoptados en EE.UU., país en el que Duchamp desarrolló la obra desde que se trasladó en 1915.

Desde el momento en que Duchamp decide dejar inacabado el proyecto, haciendo gala de su derecho a la pereza, ‘El gran cristal’ se ha diseccionado, analizándolo e interpretándolo, desde todas las perspectivas posibles. Pero hay al menos una que hasta ahora ha sido obviada: el evidente vínculo con lo que en la actualidad denominamos infografía o, lo que es lo mismo y más recientemente, diseño de información.

Quizá jamás se haya analizado desde esta perspectiva por el simple hecho de que la infografía es una denominación reciente, que no existía cuando Duchamp decidió técnica y método para el desarrollo de esta obra. Una ausencia que hoy puede resultar llamativa, debido al auge constante que desde de años ochenta ha ido tomando la infografía, primero como herramienta del periodismo de precisión y, más recientemente, como disciplina imprescindible para la manifestación del fenómeno conocido como ‘Big Data’.

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Boceto general de ‘La Gran Infografía’.
Jaime Serra

Ver. Formato pdf. en alta resolución.

Uno por cien

Publicado en diario ‘Ara’.
Domingos entre julio y septiembre del 2018.

Durante diez semanas, diez personas se han prestado a participar en el juego de valorar la importancia que en sus vidas tienen conceptos intangibles. El resultado son espejos donde todos podemos vernos reflejados. El promediar los valores por estas personas otorgados nos retrata a ‘Nadie’, una entidad inútil y opresiva.

‘Así es Jaime Serra’
Portada del suplemento dominical del diario Ara

Pau le otorga a su vida un cero a la fe, Meritxell un seis. Victoria un diez, lo considera un concepto fundamental, y Nadie nos dice que es de seis con ochenta y tres infinitos periódico mixto.

Ciertamente, valorar numéricamente la importancia de la fe, la consciencia o la muerte, es un ejercicio de humor patafísico. Pero no necesariamente inútil. Pau, Meritxell, Victoria, y el resto de personas de este modo retratadas durante las últimas diez semanas en ARA, nos han ofrecido su sentir, único y sincero. Su verdad. La única posible. Su anormalidad, patafísicamente hablando.

Más allá de las valoraciones singulares, el retrato siempre es el mismo: el de un individuo que reflexiona, en un momento concreto de su vida, sobre conceptos que, o bien, son inherentes al propio existir –la muerte, la sexualidad, la enfermedad - o están tan profundamente arraigados en nuestra cultura que pudieran parecerlo –el amor, la fe, las relaciones de pareja-. Todos podemos vernos en ellos reflejados, pues al igual que Cremes el romano, nada de lo humano no es ajeno.

Nadie, en cambio, nos propone ‘La verdad’. Una verdad única, con el espanto que supone. Nadie es la regla que confirma la anormalidad: la norma. Ya en tiempos de Publio Terencio se aplicaba impositivamente el 1%, pero es en la contemporánea babia de los datos masivos cuando le hemos otorgado carácter de entidad.

Nadie ya no es –solo- el absurdo porcentaje. Gracias a la moderna tecnología digital Nadie es los miles de millones de datos recogidos sobre todos nosotros, pero sin nosotros. Nadie somos todos. Nadie en singular.

En los miedos y deseos de toda persona podemos vernos reflejados, pero debemos evitar mirarnos en Nadie: un espejo cóncavo convexo que nos devolverá la deformidad de la norma. ‘La gente’ teme la libertad de no parecerse al vecino y así Nadie aplica su poder opresor.

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TIME

TIME

LIFE

LIFE

TIME-LIFE

Instalación formada por cuarenta y una piezas originales en diferentes técnicas y formatos

Centre de Cultura Contemporània de Barcelona
Jaime Serra, 2021
Comisariada por
Maria Ptqk

El enigmático manuscrito de Voynich, escrito en un alfabeto desconocido, dialoga con los seres tentaculares de H.P. Lovecraft. Rachel Carson, autora de la obra fundacional del ecologismo, Primavera silenciosa, se cruza con músicos contemporáneos que homenajean al creador del concepto de “ecología profunda”, Arne Næss. La cosa del pantano, el superhéroe vegetal que introduce la defensa del medio ambiente en DC Comics, se encuentra con la saga de las heroínas simbiontes Camilles, imaginadas por Haraway. La pintura La riña de Francisco de Goya ofrece un desenlace imprevisto, cercano al que sugiere Michel Serres en El contrato natural, mientras que la relectura del mito de Susana y los viejos cuestiona la imagen de Gaia como encarnación vulnerable y feminizada de la Madre Tierra. La continuidad temporal, que une pasado, presente y futuro en las escalas de tiempo que comunican a todos los terrestres, es un lema para camisetas que solo adquieren su sentido cuando se llevan en grupo.

Maria Ptqk

‘Swamp Thing’
Tinta y collage sobre papel
70 x 65 cm

‘Cthulhu. The inexorable Patriarch’
Fotografía y técnica mixta
30 x 23 cm

Arriba, dos de las piezas que forman parte de la instalación ‘Time-Life’

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