El Porvenir: la lucha y la utopía
Ilustración sobre el club de fútbol ‘El Porvenir’, para el libro
de Hernán Ordoñez
“Insólitas historias reales del fútbol argentino.
Cuando la realidad golea a la ficción”
Jaime Serra, 2025
A diferencia de la mayoría de los clubes argentinos, nacidos del fútbol mismo, El Porvenir surgió el 11 de septiembre de 1915 entre jóvenes que practicaban lucha grecorromana y militaban en el anarquismo. En ese cruce improbable de fuerza, ideales y barrio se forjó un club que, más que competir, parecía proponer un modo de estar en el mundo.
Su nombre, tomado del barrio Villa Porvenir, evocaba la fe en un futuro luminoso —ese optimismo obrero de principios del siglo XX que creía posible construir el progreso desde abajo. Los colores, blanco y negro, llegaron por casualidad: un préstamo de camisetas del Sunderland Club de Avellaneda. Lo accidental y lo simbólico entrelazados, como casi todo en la historia argentina.
Entre sus hitos, figuran curiosidades dignas de una enciclopedia sentimental: el campo de juego más grande de Sudamérica (120 x 90 metros, entre 1942 y 1968); el récord Guinness de su presidente Enrique Merelas, más de 44 años en el cargo; o la hazaña del 15 de marzo de 2012, cuando El Porve eliminó a Lanús de la Copa Argentina ante 8.000 hinchas desbordando tribunas y expectativas.
Pero hay algo más: Alejandro Nicolás de los Santos, primer futbolista afroargentino en vestir la camiseta de la Selección Nacional, y David Olaoye, el primer inglés en jugar profesionalmente en Argentina, ambos con pasado en el club. Y una constelación de mitos —Cecconato, Pinino Mas, Garrafa Sánchez, La Chancha Seoane— que vistieron esa casaca blanca y negra, mitad sudor, mitad promesa.
En su emblema y su historia, El Porvenir parece condensar un espíritu que hoy suena casi romántico: el del deporte como escenario de lucha y utopía.